La lógica de la vida:::: Parte 1

6 de abril de 2009

Basta con voltear hacia el cielo para saber que más allá del manto brilloso de las estrellas, la esencia de lo que somos, de lo que fuimos en un principio, también está presente.

Svante Arrhenious, químico, tan conocedor de la esencia de la vida como lo fue Oparín con su teoría del caldo primitivo, intentó imponer su propia idea de concepción de la vida sin hesitar; exclamó con firmeza la posibilidad de que nosotros no nacimos en el planeta tierra (y con esto me refiero a los seres vivos), sino más bien en algún lugar lejano del espacio, y que por algún cuerpo celeste fuimos traídos aquí, a nuestro actual hogar. En cierta parte, yo también comparto el carácter revolucionario y casi místico de la idea de Arrhenius, pero sé, muy dentro de mí, que su forma de concepción astral está lejos de poder competir con la de Oparín, una teoría más formal, más creíble, y finalmente casi comprobada por Urey y Miller:

NH4 + CH3 + H2O + H2 (existentes en las supuestas condiciones primarias de la Tierra) + ELECTRICIDAD (proporcionados por las tormentas a través de sus hermosos rayos) = Compuestos orgánicos.

La simplicidad con la que algunos aminoácidos y otros compuestos orgánicos pueden ser formados me parece la prueba más fascinante de que el genio de Oparín tenía razón.




Se necesitan -relativamente- pocos factores para crear compuestos orgánicos, pero los compuestos orgánicos no significan vida precisamente, ya que entre ellos dos hay una “distancia” aún desconocida. Aquí es donde entran a escena los Protobiontes: estructuras compuestas por moléculas orgánicas pero que no son seres vivos, y de los cuales se cree surgieron los seres vivos. Los Protobiontes son ensamblajes de polímeros orgánicos producidos abióticamente (esto quiere decir que no provienen de organismos preexistentes, sino más bien -como ya expliqué-, son ensamblados químicamente). Pero lo realmente fascinante es que los protobiontes incluso presentan ciertas propiedades funcionales y estructurales de las células vivas: fisión binaria, homeostasis, y sorprendentemente también los rudimentos de un metabolismo.




Para que la vida se iniciara como tal, se necesitaron de muchos factores ambientales tanto en la tierra como en el espacio, ya que sin el sol la vida no puede existir.


Suponiendo que las células procariotas (fueron las primeras células) provienen de los Protobiontes, podemos pasar al siguiente paso: la creación de seres vivos más complejos a partir de seres vivos simples.

Las células procariotas son mucho más simples que las células eucariotas. Las células procariotas carecen de muchos de los organelos de las células eucariotas. ¿Cómo surgieron estos organelos entonces? De acuerdo con la hipótesis de la endosimbiosis seriada, organelos como mitocondrias y cloroplastos pueden haberse originado a partir de relaciones simbióticas mutuamente ventajosas entre dos organismos procariontes.
Habiendo repasado todo esto, lo primordial entonces no es preguntarse cómo inició la vida, ya que la vida es una simple sucesión de hechos químicos, lo importante es tratar de despejar cada paso de esa evolución química que desembocó en la vida como tal. Y viendo esto sabemos de que aunque aún no estén claras las formas en que los Protobiontes se volvieron seres vivos, o tan siquiera si los protobiontes se volvieron seres vivos, podemos deducir que la vida es un hecho fortuito maravilloso y complejo, pero lógico si se presentan las condiciones adecuadas; y habiendo tantos planetas como granos de arena, muchos de ellos también cumplieron con los requisitos de la vida, por lo cual podemos deducir con total seguridad que allá donde se vea una estrella lejana, es posible que muy cerca exista vida.

Cabe recordar que esto es un simple artículo para expresar mi opinión, por lo cual no pretendo “educar” al lector. Recomiendo para más información el libro de Biología de Villee.

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